Licenciada en Ciencias Químicas por la Universidad de Barcelona, con especialidad en Metalurgia, me animé a realizar una Tesis Doctoral que contemplaba un estudio de las condiciones y consecuencias de la fragilización de los aceros inoxidables austenoferríticos, que me proporcionó el título de Doctora en Ciencia de Materiales e Ingenieria Metalúrgica por la Universitat Politècnica de Catalunya. Posteriormente, realicé un postgrado en “Enseñanza Universitaria en Ciencias, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas”, también en la Universidad Politécnica de Catalunya.

Mi perfil profesional ha evolucionado, como suele suceder, en paralelo a mi evolución personal. Así, dejé un trabajo “sólido” y muy bien remunerado en la ONCE para iniciar una aventura en investigación y docencia, hace algo más de 30 años, pero por muchos claroscuros que haya tenido en lo que ha sido esta parte de mi vida rodeada de materiales metálicos, me alegro de haber dado aquél salto, desde una posición “segura” a la apasionante incertidumbre de una vida de investigación y docencia en la universidad.

Y en estos más de 30 años he conocido personas, perfiles, entornos, empresas, centros tecnológicos, procesos, técnicas, nuevas tecnologías, actualización de “tecnologías de siempre”, ciencia y algo de ficción. Todo ello ha contribuido a remodelar mi perfil investigador y docente y me ha acabado llevando a la divulgación, que es mi principal actividad en estos momentos. Y justamente, una actividad de divulgación es la que me trajo recientemente a las instalaciones de TITANIA, cuando acepté una invitación de la dirección para compartir con el personal de la empresa “El ingenio (in)visible”.

Sabía de la existencia de TITANIA por haber leído documentación técnica de proyectos en los que una parte de las tareas de diseño de ensayos de caracterización se había realizado en el centro tecnológico. Y aunque me había hecho una idea de lo que podía ser estas instalaciones, conocerlas ha superado mis expectativas. Desde la ubicación de la entidad (inmejorable) hasta la evidencia de esa complicidad técnica y profesional con la universidad (envidiable), la visita ha sido una experiencia inolvidable que espero poder repetir más pronto que tarde…

Mientras paseaba por los distintos laboratorios, la idea recurrente en mi cabeza era “ojalá pudiera traer a mi alumnado a ver esto”, porque siempre he creído que hay cosas que hay que verlas y vivirlas, que no vale “que te lo cuenten”. Una imagen vale más que mil palabras y un vídeo vale más que mil imágenes, cierto, pero una visita es muchísimo mejor que mil vídeos, ya que ayuda a dimensionar contenidos teóricos. Y por ello, en mis 30 años de docente, he visitado, siempre que he podido, centros tecnológicos, empresas, incubadoras, laboratorios, etc. Y cuando no ha sido posible llevar a mi alumnado a algún lugar, he apostado por acercar a profesionales de entidades referentes en ingeniería para que, de primera mano, sin intermediarios, comenten su día a día y muestren el inalcanzable potencial de la ingeniería de materiales (con una especial mirada a los metálicos, que han sido siempre “la niña de mis ojos”). Afortunadamente, hoy día no hay distancias imposibles, por tanto, no descarto en absoluto convencer a mi alumnado para que, en una próxima visita, me acompañen (o que me dejen acompañarlos, claro). Y, en ese sentido, el alumnado de las universidades andaluzas lo tiene muy, muy bien para vivir, en primera persona, la experiencia de visitar y conocer TITANIA.

El futuro es tecnológico, no tengo ninguna duda, y en ese futuro STEAM, los materiales metálicos tienen un lugar preferente, en tribuna, porque han sido, son y serán aliados imprescindibles y, en ocasiones, insustituibles. ¡Esa es mi apuesta!